Entre los tratamientos de odontología conservadora más comunes está el del conducto radicular. Es un proceso que permite salvar una pieza dental en lugar de elegir la extracción del diente en sí.
¿Qué es el conducto radicular?
El conducto radicular es un tratamiento que cada día se va volviendo más común. Los especialistas lo utilizan cuando se ven en la necesidad de salvar un diente a un paciente.
Específicamente se emplea para extraer la pulpa dentaria. Se trata del núcleo blando del diente que está justo en el centro del mismo. Gracias a las nuevas tecnologías, los dentistas pueden extraerla sin quitar el diente en su totalidad.
Incluso, se trata de un proceso quirúrgico bastante sencillo de llevar a cabo. Podrás necesitar, como máximo, tres visitas al dentista. Luego, solamente tendrás que hacerte limpiezas dentales con una mayor regularidad.
¿Cuándo es necesario este tratamiento?
Hay ciertas enfermedades y afecciones dentales que pueden afectar la pulpa dental, haciendo que se inflame y hasta que se infecte. Esto puede causar un dolor bastante fuerte en la persona que lo padezca.
Entre las enfermedades que pueden causar esto está la caries. Es muy común que las caries mal tratadas deriven en otras afecciones que pueden tener consecuencias mayores.
Si en el pasado has sufrido una fractura en el diente o has recibido un golpe muy fuerte, también se puede ver comprometida la pulpa dental. Es por ello que en estos casos se recomienda acudir rápidamente al odontólogo para recibir tratamiento.
Antiguamente, cuando esta pulpa enfermaba se tenía que extraer el diente por completo. No obstante, hoy en día solamente debes realizarte un tratamiento de conducto radicular para salvar tu diente.
El procedimiento
Con este procedimiento el dentista extrae la pulpa dentaria infectada con sumo cuidado. Luego procederá a limpiar y sellar bien ese canal radicular. Solo así el diente podrá mantenerse sano después de la intervención.